lunes, 3 de febrero de 2014
Su autor, Jonas Jonasson, un periodista y productor televisivo sueco, ha
escrito una novela (a caballo entre la comedia de enredos, el thriller paródico y la denuncia social) que va camino de
convertirse en uno de los mayores éxitos editoriales del año en Europa: dos
millones de ejemplares vendidos, uno de ellos en Suecia donde fue seleccionado
como el Libro del Año y donde obtuvo el Premio de los Libreros; primeros lugares
en las listas de venta de Italia, Francia y Alemania; múltiples traducciones y
una posible película.
Su título, curioso aunque no suscitaba nada, El
abuelo que saltó por la ventana y se largó, novedoso. Original, sí; Posiblemente el
número de páginas intimidaban: 410; en un libro donde la portada no llamaba
excesivamente la atención, el libro como la mayoría que leo son regalos que
acepto de buen grado y ojala dispusiera de más tiempo para leer. Ojeé su portada y fui reacia a leerlo de
inmediato, pero bueno allí estaba con su porte serio y un cartucho de dinamita
amenazando por explotar de su bolsillo. Sin embargo, resultó ser una de las
mejores novelas que he leído en mucho tiempo: divertida y disparatada, pero al
mismo tiempo escrita de manera irónica, profunda reflexión de su original
repaso de la historia contemporánea y extravagante crítica de la sociedad
escandinava.
El abuelo Allan Karlsson decidió al cumplir 100 años “saltar por la
ventana” de su habitación en el primer piso de la residencia de ancianos donde
vivía “y se largó”. En la planta baja permanecieron esperando a que él bajara,
con un pastel de cumpleaños el resto de los ancianos, el administrador y la
enfermera de la residencia, el alcalde del pueblo y la prensa local, allí presente.
Vestido con su chaqueta marrón, pantalones marrones y zapatillas marrones,
emprendió camino a la parada de autobuses sin saber dónde ir. Al llegar a la estación, mientras esperaba la llegada
del primer autobús, un joven de aspecto amenazador le pidió que vigilara su
maleta mientras este iba al baño. Cuando el autobús llego, el joven no había vuelto
todavía. Y sin pensarlo dos veces, Allan (mientras avanzamos en la lectura iremos
descubriendo que no es un abuelito perfecto) se subió con la maleta y se marcho
sin saber a dónde le conduciría su aventura, ya que en el interior de la maleta
habían 50 millones de coronas suecas.
Que sin duda y al juzgar por el aspecto de su antiguo dueño, lo más
probable estos fueran de dudoso origen. Lo que sigue es una rocambolesca
aventura a la que se van sumando diferentes personajes: Benny, un vendedor de
salchichas con nivel universitario; Julius, un ladrón de poca monta que vive en
una estación ferroviaria abandonada; y Gunilla, una pelirroja mal hablada que
vivía en una granja solitaria en compañía de un perro y un elefante de circo.
En su espectacular huída, ese insólito grupo de amigos va dejando en el camino
varios cadáveres y un abanico de innumerables destrozos. Pero todo ello escrito
en tono de humor, sin ninguna duda esa podría ser la clave de su éxito.
El abuelo que saltó por la ventana y se largó es una novela muy bien
escrita, divertida y aleccionadora, que nos brinda -aunque a través de la
incorrección política y el humor más irreverente- una visión distinta de la
historia.
La novela está relatada en dos partes diferentes. En un tiempo real, las
aventuras de los cuatro amigos. Y en capítulos alternativos, la vida de Allan
desde su nacimiento, el 2 de mayo de 1905, hasta el día en que dejó a todos plantado
y saltó por la ventana. En esos 100 años, Allan se verá envuelto de una manera en
los acontecimientos históricos más importantes del pasado siglo. Así conoceremos
a Allan quien, aunque unido como experto dinamitero de los republicanos en la
Guerra Civil Española, le salva la vida a Franco.
Le siguen otros episodios en los que Allan, después de haber participado
con Oppenheimer en la fabricación de la bomba atómica, se reúne con Truman en
la Casa Blanca, mas tarde sale para una misión secreta a China para frenar el
avance de las tropas de Mao Tse-tung…
No hay un sólo hecho histórico en los que no aparezca el abuelo Allan implicado.
Es imposible relatarlos todos: un fallido atentado a Winston Churchill durante
una visita a Teherán; es secuestrado en Estocolmo y trasladado a Moscú en un
submarino para trabajar en el programa
atómico de Stalin; es prisionero en el Gulag de Vladivostok, de donde logró
escapar a los cinco años; Corea del Norte, Kim Il Sung; Lyndon Johnson y la
Guerra de Vietnam; Charles De Gaulle, Paris, Mayo del 68…
Jonas Jonasson, tras una larga carrera como periodista
y consultor de medios, decidió empezar una nueva vida y redactar la novela que
llevaba años queriendo escribir. En la actualidad vive en una isla en el mar
Báltico.
Os deseo
una agradable lectura.
Besitos de
caramelo
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